19.11.05

La pasión por el cine (Reforma)

La pasión por el cine.
Por Gerardo Australia
Reforma
(05 Abril 2005).

En sus comienzos, el cine en México no fue una manifestación artística centralizada; una vez llegado el fabuloso invento al País no quedó como asunto meramente capitalino. De hecho, los intentos más serios para el cine de ese tiempo se dieron en lugares alejados a la capital, como en Mérida, Yucatán. Tampoco fue sólo tarea de hombres, como se supondría, sino también de mujeres.
El cine llegó rápido a México. Tan sólo ocho meses después del triunfo del cinematógrafo en París, el Presidente Porfirio Díaz, su familia y allegados presenciaban asombrados la noche del 6 de agosto de 1896 "imágenes en movimiento" proyectadas en uno de los salones del Castillo de Chapultepec. Y como todo lo que venía de Francia era sublimado, no tardó el público mexicano en aplaudir con júbilo la primera proyección (14 de agosto) del artefacto Lumière, en el sótano de una droguería situada en la actual calle de Madero que se convertiría en la primera sala de cine del País, mejor conocida como "El salón Rojo".

México sería el primer país de América en disfrutar del nuevo invento -Edison obstaculizó hasta donde pudo su entrada a Estados Unidos. El cine fue negocio desde el principio: hacia 1911 solamente en la capital había 46 salas con capacidad para 25 mil personas; para 1937 esa industria era la más importante de México, después de la del petróleo.
Los esfuerzos en Yucatán por hacer cine comenzaron hacia 1914, cuando Manuel Cirerol Sansores y Carlos Martínez de Arredondo establecieron su compañía fílmica CIRMAR, filmando su primera película con 50 mil pesos, 1810 o Los libertadores (1916). Esta joya del cine silente está considerada el primer largometraje de ficción mexicano, aunque por haber sido filmado en Yucatán muchos autores no lo consideran el primer largometraje "oficial" de México, ya que se filmó un año antes que Luz, tríptico de la vida (1917), considerado el primer largometraje "oficial" por haber sido filmado en la capital.
Conscientes de que el cine también era herramienta social de alcances masivos, Martínez Arredondo y Cirerol Sansores filman en 1915 una serie de cortos documentales históricamente importantes sobre el impacto de la Revolución en Yucatán: Escenas del campamento del general Lino Muñoz (1914), otro sobre el hundimiento del cañonero carrancista "Progreso" a manos de las tropas del coronel Ortiz Argumedo (28 de febrero de 1915), Entrada de las fuerzas constitucionalistas a Mérida (19 de marzo de 1915) al mando del general Carrera Torres. El clímax del cine yucateco de la época sería La noche de los mayas (1939), dirigida por Chano Ureta, fotografía de Gabriel Figueroa y música de Silvestre Revueltas.
En 1917 la Dirección General de Bellas Artes incluyó entre sus asignaturas la cátedra de "Preparación y Práctica Cinematográfica" en la Escuela Nacional de Música y Arte Teatral. A la novedosa clase se inscribieron 20 visionarias mujeres y 6 despistados hombres. Desde entonces, las mujeres no sólo han participado frente a las cámaras, sino también produciendo, como Mimí Derba, quien junto con un general del ejército y un camarógrafo fundaron Azteca Films; o como la primera directora del cine sonoro, Adela Sequeyro, quien para financiar sus películas creó una cooperativa en la que participaban los trabajadores como socios, siendo ella la primer persona en México en poner en práctica este tipo de financiamiento; o la exitosa guionistas y única directora de la llamada Época de Oro, Matilde Landeta; o como Gloria Schoemann, quien editó más de 280 películas.
Camaleónica figura de la época del cine silente, la yucateca Cándida Beltrán Rendón fue la primer mujer mexicana que realizó un largometraje con argumento, El secreto de la abuela (1928).
Nacida en Mérida el 2 de febrero de 1898, Cándida era nieta de José Rendón Peniche, héroe de la guerra contra la intervención francesa.
La temprana pérdida de sus padres obligó a Cándida a tomar las riendas del hogar y a hacerse cargo de sus ocho hermanos. De visita a la capital decidió quedarse; tomó un trabajo como agente "confidencial" del ayuntamiento y más tarde puso su zapatería "Pierrot". Precursora de la imperante necesidad de tener en México una industria fílmica propia, integrada con artistas y trabajadores meramente nacionales, dio el paso necesario para producir, escribir, dirigir, actuar y llevar a escena El secreto de la abuela (1928), filmada en la antigua Secretaría de Relaciones Exteriores ubicada en Av. Juárez.
La primera exhibición contó con la presencia del prestigiado fotógrafo y cineasta Jesús H. Abitia, para un estreno formal el 4 de noviembre en el Teatro Regis. Desgraciadamente Cándida quedó extenuada de las dificultades y privaciones producidas por su obra, por lo que así, la primer mexicana en la historia que dirigió un largometraje con argumento, decidió regresar a Mérida y abrir un estanquillo de lotería, aunque no olvidó nunca su sensible vena artística, sobre todo la musical, escribiendo célebres canciones como Mesticita yucateca o Navidad en el hogar. Murió en 1984.

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